viernes, 5 de junio de 2015

El apretón de la mano y la longevidad

Los numerosos factores positivos que favorecen (o los negativos que deterioran) nuestra expectativa de vida pueden condensarse en tres categorías: genes, alimentación y estilo de vida. Muy poco control tenemos sobre el primer grupo, nuestro ‘karma’ genético, el más perentorio y el más influyente de los tres conjuntos. El promedio de las edades de los padres de alguien al fallecer es el mejor pronóstico de cuánto va a vivir ese alguien. Y el sexo (masculino o femenino, no su frecuencia), le regala a las mujeres siete años de ventaja desde el instante mismo de la fecundación cuando somos solo una célula.  La naturaleza, de entrada, nos discrimina a los varones y no hay movimiento alguno de protesta. ¿A quién reclamamos?

Es en la alimentación y en el estilo de vida donde aparecen las oportunidades reales para agregarle almanaques a nuestra parábola vital. En estas dos áreas, el número de libros, seminarios y consultores que venden ‘eterna juventud’ es exorbitante y no para de crecer. Y es en el estilo de vida donde cabe “el apretón de la mano” que esta nota comenta.

Una investigación reciente ha concluido que existe una relación sólida entre la firmeza del apretón de mano de una persona y el tiempo que le queda vida: A menor fuerza, más alto el riesgo de morir pronto, principalmente por problemas cardiovasculares. El estudio fue desarrollado por la Universidad McMaster de Hamilton, Ontario, bajo la dirección del doctor Darryl P Leong.

Dado el amplio cubrimiento de este trabajo (140.000 personas, entre 35 y 70 años, en diecisiete países, Colombia uno de ellos), la confiabilidad de la conclusión debe ser bastante alta. Los investigadores le siguieron la pista a cada unos de los participantes durante más o menos cuatro años, registrando los fallecimientos y las causas asociadas a ellos.

La fortaleza de los apretones manuales fue obtenida con unos equipos portátiles, diseñados para el estudio y el promedio global de las mediciones resultó equivalente a la fuerza requerida para sostener un peso de treinta kilogramos. En el análisis de los resultados, cada reducción de cinco kilogramos en la ‘fuerza’ representó un aumento de 17% en el riesgo de muerte cercana. (Escribimos ‘kilogramos’ por simplicidad; la fuerza se mide realmente en ‘newtons’.  ¿Se acuerdan de sus clases de física?).

"La fuerza del apretón podría ser una prueba fácil y de bajo costo para estimar en un individuo sus riesgos de morir y de desarrollar una enfermedad cardiovascular a corto plazo", sostiene el doctor Leong. Y la revista ‘The Economist’ comenta que “un apretón flácido de mano puede ser una clara advertencia de que algo anda mal en la salud de una persona”.

Por supuesto que los formalismos de encuentros y despedidas son  apenas una de las innumerables actividades en las cuales necesitamos estrechar la mano. El estudio de la Universidad de McMaster dice que se necesitan investigaciones adicionales para determinar si la práctica de ejercicios que fortalezcan los músculos del brazo aumentarían las expectativas de vida, como sí ocurre cuando mejoramos los hábitos alimenticios, comenzamos a hacer gimnasia cinco veces a la semana o practicamos meditación todos los días. Si tales estudios confirman que el puño fuerte y, en consecuencia, el saludo firme, sí nos pueden estirar la vida, pues con seguridad aparecerán, casi de inmediato, textos, cursos y conferencistas que querrán explicarnos “La manera de saludar para alcanzar una larga vida”.

Mientras tales cosas suceden y dado que estrechar una mano carece de cualquier ciencia y no requiere medición, nada perderemos en hacerlo con más energía cuando, a partir de hoy, nos encontremos con un conocido o nos presenten un nuevo amigo. Quizás tal hábito no nos alargue los años que ya nos tienen programados los genes pero, por lo menos, a quienes les oprimimos duro la mano al despedirnos no les daremos chance de burla para que, a nuestras espaldas, digan “ese tonto debilucho de este año no pasa”.

Gustavo Estrada
Autor de ‘Hacia el Buda desde el occidente’
http://www.harmonypresent.com/Armonia-interior

2 comentarios:

gonzalez valencia abogados dijo...

Puede ser un estudio serio pero no le encuentro lógica. Así mismo se podría mirar la duración de la vida por la fuerza muscular, o la vehemencia de saludar con la nariz, como en algunas culturas. O en mi caso, que no doy la mano por la sencilla razón de que me parece antihigiénico. Una leve venia es más digno y respetuoso.

GUSTAVO ESTRADA dijo...

Gracias, por su comentario, Jorge. Debo hacer una aclaración porque mi nota (quizás porque quise ponerle humor) está confusa. La fuerza del apretón la mide el dispositivo con el que hicieron la investigación. La muestra fue muy grande y el estudio confiable. El resultado coincide con la realidad: La fortaleza del apretón disminuye con la edad (y no solo esa fuerza). El 'agarre' se mejora con ejercicios, no apretándole la mano a los amigos y menos a las amigas. La conclusión parece más aplicable a gente de la segunda edad: Falta de fuerza al cerrar la mano es señal de algún problema. Está por comprobar si el fortalecimiento de los músculos asociados disminuye el problema.