viernes, 12 de junio de 2015

Comunicaciones sobrenaturales e interplanetarias

Siempre nos ha fascinado la posibilidad de comunicarnos con entidades extrañas, sean encarnaciones del más atrás en nuestras vidas previas, seres imaginarios del más allá supra-material, o moradores auténticos del más allá estratosférico. Para dialogar con espectros y espíritus, los ingenuos acuden a médiums o clarividentes que utilizan artificios como  ‘tablitas’ ouija, inciensos aromáticos o vasos de agua. Para conectarse con los extraterrestres, los buscadores del intercambio acuden a sofisticadas tecnologías como ‘tableros’ electrónicos, monitores de radiación electromagnética o descomunales radio antenas.

Aunque algunos fantasmas utilizan jerigonzas incomprensibles, los espíritus son políglotas o hablan el idioma del médium. De los galácticos que nos interesan ni siquiera sabemos si hablan, como nosotros, emitiendo ondas sonoras. ¿Existen extraterrestres inteligentes? Creo que sí. ¿Nos comunicaremos con ellos algún día? En intercambio de doble vía, creo que nunca.

La Vía Láctea, nuestra galaxia (una entre miles de millones), tiene unos cien mil millones de estrellas y, probablemente, un número similar de planetas. Si uno de cada diez es habitable, en la galaxia existirían diez mil millones de planetas con posibilidad de albergar vida. Si la evolución física y biológica que ocurrió aquí se repite tan solo en uno de cada millón, pues debería haber vida inteligente en unos diez mil mundos.   
Estimativos parecidos a los anteriores condujeron a dos interesantes proyectos. El primero es la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI, por sus siglas en inglés); el segundo es el observatorio espacial Kepler, lanzado por la NASA en el 2009, con el propósito de buscar planetas habitables.

SETI, más que un proyecto, es una gama amplia de actividades para buscar vida inteligente fuera de la Tierra, utilizando estrictos métodos científicos. Hay centenas de entidades y proyectos SETI (Harvard y Berkeley, a manera de ejemplo, son dos de las universidades que han estado involucradas) y millares de voluntarios participan en diversas tareas asociadas con el objetivo central. Hay SETI activo (el envío de señales al espacio con la expectativa de que alguna civilización las reconozca y responda) y SETI pasivo (el monitoreo de la radiación electromagnética en busca de pistas de alguna transmisión inteligente desde alguna parte del universo).

A la fecha, el observatorio Kepler ha localizado  más de mil planetas en la Vía Láctea. Aunque existe la posibilidad de formas de vida diferentes, el esfuerzo investigativo se ha centrado en planetas similares a la Tierra (tamaño, temperatura, disponibilidad de agua…) donde ya sabemos (suena risible) que la vida es posible. El doctor Andrew Knoll, profesor de ciencias planetarias de Harvard, dice que “cualquier vida que contemplemos sigue las leyes de la física y la química”. Para calibrar la habitabilidad, se ha definido un ´Índice de similitud a la Tierra´ (ESI en inglés), cuyo valor para nuestro planeta es 1.0.  A septiembre del 2014, seis planetas de los identificados tenían un ESI superior a 0.8; el de Marte, por comparación, es 0.64 y el de Venus 0.444.

A pesar del extraordinario esfuerzo involucrado en SETI, creo que jamás lograremos intercambiar mensajes con extraterrestres. Las probabilidades de que ellos existen son esencialmente ciento por ciento pero, desafortunadamente, se encuentran demasiado distantes. La civilización emisora de una señal que recibamos en algún momento bien puede haber desaparecido para la época que nos llegue. Más que inteligencia extraterrestre, escribió el físico Freeman Dyson hace medio siglo, “estamos buscando evidencia de tecnología”.

El planeta Kepler 62-e (su ESI es 0.83) de la estrella Kepler 62, en la constelación de Lyra, es una de las mejores opciones de vida encontradas a la fecha. Kepler 62-e se encuentra a 1200 años-luz de nosotros. Ese tiempo (1200 años)  tardarán en llegar allá las señales electromagnéticas que de la Tierra se hayan disparado hacia allá (y viceversa). 
¿Habrá alguien por esos lados? ¿Tendrán ellos un desarrollo tecnológico equivalente al nuestro?  ¿Captarán las señales? ¿Las entenderán?  ¿Responderán? ¿Existirá la Tierra cuando llegue su respuesta? ¿Existirán todavía proyectos SETI?  ¿Sabrán nuestros requeté-tetra-tataranietos qué es lo que están recibiendo?  La respuesta a esta cadena es pues negativa. No podremos pues comunicarnos con los keplerianos 62e.  Ni con nadie de por allá. (A menos que a alguien en SETI le dé por contratar un médium o un clarividente. Como la gente de SETI es orientada a la ciencia, estoy seguro de que nadie hará tal barbaridad).

1 comentario:

Unknown dijo...

Gracias Gustavo

Interesante reseña.

Como entiendo es difícil la comunicación extraterrestre, deberíamos ocuparnos de la nuestra, que aparentemente es menos complicada ahora, gracias a la tecnología, cada vez se hace menos personal, clara,
sincera y efectiva.

Dora Aponte.