Sin que lo notemos, el
‘programa’ nos lo trazan individuos (ídolos, modelos, padres, maestros, parejas…),
por un lado, y los medios y la publicidad, por el otro. Los medios definen lo que
debe deleitarnos o aburrirnos; la publicidad nos señala lo que ‘necesitamos’ adquirir
para ser felices, exitosos, atléticos, bellos e influyentes. Medios y publicidad
juntos, además, nos dicen como reprogramarnos, mediante seminarios, libros, maestros
o técnicas, para una vida triunfal y plena: “Nuestro enfoque cambiará su vida
como ya lo ha hecho con la de cinco millones de personas”.
Quiero usar como ejemplo de
reprogramación a los Seminarios Insight (unos talleres californianos de
‘transformación’ afamados desde hace tres décadas), en los cuales, buscando mi
propio camino, participé con mucho entusiasmo. Entre Insight I (Despertando el
corazón), Insight II (Abriendo el corazón) e Insight III (Centrando el
corazón), estuve enclaustrado, dejándome manipular ‘a propósito’, durante casi
200 horas.
En Insight II, tras una
sesión de catorce horas, descubrí mi ‘propósito vital’ -‘afirmación’ en el vocabulario
Insight- en doce palabras: ‘Yo soy… esto y aquello”, donde ‘esto y aquello’ son
las cualidades y expresiones empoderadoras (inteligente, alegre, persistente en
mis objetivos...) de nuestra reprogramada personalidad. Durante los meses
siguientes, recité mentalmente mi afirmación millares de veces; revisando su redacción
ahora me suena como los elogios aduladores de alguien que necesita un favor
(‘tú eres’ inteligente, alegre, etc.)
Las afirmaciones de los otros
participantes con frecuencia también comenzaban con ‘yo soy’. El énfasis de
estos talleres en la individualidad y la territorialidad (yo, me, mí, mío) así
como en la importancia de los bienes materiales, dizque sin apegarnos a ellos, le
sacaría lágrimas a cualquier espiritualista oriental.
No obstante mi tono
burlón, las experiencias de los tres Insight’s fueron, en su momento,
interesantes. Los seminarios no cumplieron su cometido. Un objetivo temporalmente
exitoso: Suspendí mi afición etílica (cero alcohol) durante dieciocho meses; un intento fallido: Nunca
logré aficionarme a los video-juegos, un propósito personal para acercarme a
mis hijos (que jamás se cansaban de ellos). Sí aprendí, por exclusión, lo que
debe evitarse en la apertura honesta hacia una evolución creadora.
Los talleres vivenciales tipo-Insight
(y sus fotocopias Caminos, Avance...) pretenden reprogramar nuestro ego
redundante alrededor de lo que anhelamos ser. Ese anhelo, sin embargo, no es
auténtico, no viene desde adentro, sino que es fabricado afuera y sembrado de
manera sutil en nuestro cerebro. Las dinámicas utilizadas son pintura nueva
para el mismo mueble viejo.
Hay alternativas, por
supuesto. Al ‘computador’ neuronal debemos borrarle todas las instrucciones dañinas,
esto es, desprogramarlo de lo perjudicial para abrirle espacio a lo esencial.
Con el ser esencial al mando, fluirá en nuestra existencia lo que ‘nos nace
hacer’, en contraposición a lo que ‘nos toca hacer’ porque alguien o algo nos
lo ha señalado.
En la reprogramación
reajustamos las instrucciones del ego redundante; las maquillamos pero no les
cambiamos su acción. La desprogramación, en cambio, desactiva los
condicionamientos donde están codificadas los deseos desordenados, las aversiones
y los sesgos mentales que generan sufrimiento, angustia y estrés, para que
nuestra naturaleza real salga a flote. ¿Quién desactiva? Los mecanismos
inhibitorios, inherentes al ser esencial, que nuestra ‘mala conducta’ (la
complacencia continuada con los deseos, la tolerancia silenciosa a las
aversiones y las afiliaciones irracionales) ha averiado. ¿Cómo se logra esto? Mediante
la atención plena permanente.
Cuando los
condicionamientos se apagan, la mente se calla, la armonía interior florece, el
ego redundante se extingue y el ser esencial, cual bondadoso emperador, toma
las riendas del desbocado potro que corre en nuestra cabeza. Si así sucede, al
final de ‘nuestro rudo camino’, podremos recitar con Amado Nervo, “Yo fui el
arquitecto de mi propio destino”. ¿Es el ‘yo’ del verso el ser esencial? Creo
que sí, pues el gran poeta mexicano también escribió: “Las angustias nos vienen del deseo; el edén consiste en no
anhelar; quien no desea nada, dondequiera está bien”.
Gustavo EstradaAutor de ‘Hacia el Buda desde el occidente’
www.harmonypresent.com/Armonia-interior
1 comentario:
Mucha gente se pasa el tiempo pensando en lo que quisiera ser y se olvida de lo que ya es.
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