La meditación de la atención total es un ejercicio de
concentración durante el cual el practicante vigila desinteresada, imparcial y
cuidadosamente algunas funciones orgánicas como la respiración, las sensaciones
o los estados mentales. Un robot
‘moderno´ es una máquina computarizada que puede hacer autónomamente el trabajo
de una persona.
La palabra ‘robot’, acuñada por Isaac Asimov en 1941,
fue del dominio exclusivo de la fantasía hasta hace pocas décadas. Sin embargo,
con los adelantos científicos, las máquinas inteligentes invadieron todos los
campos de la actividad humana y están ahora ejecutando tareas jamás antes
soñadas. ¿Podrían los robots avanzados meditar?
Tres décadas atrás el término ‘robot’’ me traía inmediatamente
a la cabeza a R2-D2, el simpático autómata de ‘La guerra de las galaxias’;
ahora la misma palabra pronto la asocio con el automóvil sin conductor de
Google. Cuando veo los videos que hay en la red sobre este equipo, debo
pellizcarme para asimilar que, a diferencia de R2-D2, el carro Google no es
ciencia ficción y que será de uso común en menos de una década. Por ello
utilizo sus características para discutir el tema de esta nota.
Según Sridhar Lakshmanan, un experto en coches
autónomos, un vehículo realmente autónomo necesita tres componentes: (1) un
sistema de posicionamiento global (GPS en inglés), (2) un sistema de
reconocimiento de los alrededores del carro, y (3) un súper-software que,
integrando las funciones anteriores, coordina la ejecución de las labores
equivalentes que haría un chofer.
Con su teléfono, para comenzar, el pasajero le informa
al carro su destino. El componente 1, el GPS, ubica la localización actual y,
con una tecnología de imágenes satelitales existente desde hace rato, planea la
ruta solicitada. Una vez ubicados inicio y punto final, el componente 2, un conjunto de radares,
cámaras y láseres, entra en acción para monitorear los 360 grados alrededor del
coche durante todo el recorrido.
El sistema de
reconocimiento ejerce una ‘atención total’ de proporciones mayores a las que
podría lograr un ser humano. El componente 2 no se descuida un segundo y, por
los cuatro lados del vehículo, identifica sin cesar todo lo que se mueve
(carros, ciclistas, personas, obreros en la vía…) y todo lo que está quieto
(coches parqueados, semáforos, señales, postes…). El súper-software es el
componente 3 que propiamente reemplaza al chofer incluyendo, al final de la
ruta, su recomendación verbal para que el pasajero no olvide sus pertenencias.
¿Podría el carro de Google meditar? Aquí es necesario
aclarar la palabra ‘meditación’ pues este ejercicio tiene muchas
variaciones. Es obvio que semejante
máquina tan sofisticada bien podría hacernos creer que está meditando con una
de las tantas aproximaciones existentes, sea repitiendo mantras ‘potentes’,
contando los granos de un rosario (mala), ocupándose en descifrar paradojas
impenetrables (koans), o coreando cánticos sagrados en sánscrito.
No obstante, como un aparato electrónico no funciona con
señales nerviosas y carece de funciones orgánicas (respiración, sensaciones,
estados mentales…) para focalizarse en ellas, lo máximo que los carros Google
podrían hacer a fin de convencernos de que están practicando meditación de
atención total sería quedarse quietos, con sus radares, láseres y cámaras fuera
de servicio. Un observador desprevenido no se imaginaría que el aparato está
meditando sino que está apagado.
La pregunta de la nota y su respuesta son ambas
ingenuas: Un robot jamás logrará
hacernos creer que está practicando meditación, de cualquier tipo, y menos de
atención total. Hay que resaltar, sin embargo, que los robots, a no ser que
estén dañados, nunca se distraen y, en consecuencia, cualquier ejercicio para
mejorar su capacidad de concentración carece de sentido y les sobra.
En el momento mismo que
un automóvil Google se descuide, ocurrirá un accidente; el equipo en acción
siempre tiene que permanecer atento y ‘consciente’: O está concentrado
trabajando o está apagado descansando. Somos los humanos -no los robots-
quienes, por la volatilidad de nuestra cabeza, sí necesitamos practicar
meditación de atención total, esperando que la concentración en nuestras
actividades mejore, como está comprobado que en realidad ocurre. Paralelizando
de alguna forma con los carros Google, los humanos siempre deberíamos estar
conscientes (esto es concentrados) o dormidos (esto es apagados). La meditación
de atención total nos ayuda para hacer bien ambas cosas.
Gustavo EstradaAutor de ‘Hacia el Buda desde el occidente’
http://www.harmonypresent.com/Armonia-interior
1 comentario:
Gustavo - Pensando un poco, me parece que la meditación está encadenada con el propósito de ser humano, cosa que riñe con la esencia del robot en cuanto su alcance es limitado por el objetivo que específicamente le haya asignado un ser humano y para lo cual lo ha creado y programado. El robot no siendo libre para actuar fuera del estrecho campo de operación prediseñado ¿para qué meditaría?
Un ser humano medita para alcanzar mejor su propósito mediante un mayor aprovechamiento de sus propios recursos y la aplicación de los mismos en el logro de cuanto contribuya al mejoramiento y supervivencia de la especie humana. Dicho afán no es tarea de un robot. ¿Todavía no? ¿Quién está autorizado para permitirla?
Abrazo y gracias,
Ciro
Publicar un comentario