lunes, 7 de abril de 2008

La religiosidad: Una conveniencia genética

El fanatismo ha ocasionado desde siempre perjuicios descomunales a innumerables sociedades y el tercer milenio, desgraciadamente, no está siendo una excepción a este desafortunado acontecimiento. Todas las grandes religiones han promovido o permitido guerras santas que han ocasionado daños atroces en el nombre de Dios. Pero el hecho de que las religiones subsistan, a pesar de los crímenes y las devastaciones por ellas motivados, indica que tienen que haberle provisto ventajas de supervivencia al hombre antiguo, programándose en sus genes de alguna manera, y deben continuar ofreciéndole beneficios de subsistencia al hombre moderno. De no ser así, habrían desaparecido. Indudablemente el fanatismo religioso le ha hecho y le sigue haciendo mucho daño a la humanidad. Pero el impacto histórico de las religiones es mucho más benéfico que dañino; el saldo neto es ciertamente positivo.
Las teorías sobre las evoluciones culturales prehistóricas son muy especulativas y cuestionables pero, trasladándonos al presente, ¿tiene la religión ventajas tangibles para el hombre moderno? Aparentemente sí. Más de doscientos estudios, que cubren millares de personas (noventa mil en el mayor de todos) durante prolongados períodos (veintiocho años en el más largo), establecen que las personas que rezan son más saludables y viven más tiempo. Un subconjunto de los estudios sostiene que la longevidad es mayor en las personas que rutinariamente asisten a los templos y a las sinagogas. Por el tamaño de las muestras, la duración de las evaluaciones y la medición de una variable tan exacta como la edad al momento de fallecer, es difícil descalificar la conclusión central; la religión sí tiene, en verdad, un impacto positivo en la salud.
¿Cuál religión es la que apoya la salud? Casi todos las investigaciones documentadas se han llevado a cabo en Estados Unidos y cubren grupos cristianos; el hecho, sin embargo, de que al menos una de las evaluaciones corresponde a una fe diferente (tres mil novecientos judíos en Israel durante dieciséis años) indica que los resultados son independientes de las creencias y que es la práctica religiosa, indistintamente de la denominación, la que conlleva beneficios en la salud.

De los tres componentes de una religión —rituales, normas de conducta, creencias— ¿cuál es el que favorece la salud? Los tres en conjunto y cada uno por su cuenta lo hacen, así como todo lo que gira alrededor de ellos. La participación frecuente en los servicios de culto, el componente ritual, es la expresión visible y externa de la religiosidad. Su beneficio inmediato para los feligreses es una satisfacción de la necesidad de pertenencia del ser humano (familia, amigos, identificación con un grupo…), exigencia ésta que, en la reconocida jerarquía del psicólogo humanista norteamericano Abraham Maslow (1908-1970), solo es superada por las necesidades fisiológicas (aire, sueño, agua…) y las necesidades de seguridad (techo, trabajo, estabilidad…). Pertenecer a algo —a una secta, a un club, a un círculo— es imperativo para el ser humano; la religión satisface convenientemente esa urgencia.
El componente normativo promueve, de manera diferente en cada secta, conductas que favorecen el bienestar individual e impulsan el bienestar del grupo. Las personas religiosas son comúnmente moderadas en su alimentación, no consumen sustancias alucinógenas, tienen en promedio uniones matrimoniales más sólidas y, en general, son ciudadanos responsables (con la estabilidad emocional que ello conlleva). No sorprende, de ninguna manera, que el ritualismo semanal y los códigos de conducta contribuyan a la buena salud y a la longevidad.
¿Y las creencias? «Fe es creer lo que no vemos porque Dios lo ha revelado», decía el antiguo catecismo del padre Gaspar Astete. Así de sencillo. Creer es muy fácil, es dar por cierto algo que no está comprendido o comprobado; es más que fácil, creer es conveniente. Comprender o comprobar, en cambio, es difícil, incierto y, por sobretodo, estresante —no entender nos hace sentir torpes—. Pensar demanda recursos intelectuales, creer no. La química es más difícil que la alquimia, la astronomía más complicada que la astrología, las matemáticas más arduas que la numerología.
En la evolución humana, las creencias antecedieron a las teorías lógicas en todos los campos del saber. Las religiones aparecieron decenas de milenios antes que la ciencia. El hombre antiguo se inventó propuestas metafísicas, cuyas reglas de juego podía crear a su amaño, mucho antes de plantear leyes estructuradas a las cuales tendría que ajustarse. Cuando se cree en poderes superiores, todo resulta sencillo de explicar —el castigo de Dios para las tragedias, la bendición de Dios para las buenas cosechas—. Creer es relajante, divertido y hasta cierto punto irresponsable; basta apreciar el desconcertante furor de siempre por la interpretación de los sueños, la lectura de las cartas, el poder de los amuletos y la invocación de ángeles y demonios.
La inteligencia lógica produce progreso material y conocimiento, pero también genera incertidumbre y angustia. «La vida es difícil», dijo el Buda. «La vida es estresante», traduce Thanissaro Bhikkhu, el monje budista norteamericano. La vida, en verdad, nunca ha sido fácil para nosotros ni para los animales (solo que estos no se dan cuenta); la existencia siempre ha tenido complicaciones, ahora y hace dos millones de años, seamos Homo sapiens u Homo ciberneticus, fuéramos Homo habilis u Homo erectus. El sistema de cómputo que nos amenaza el empleo de hoy es la bestia que nos podía devorar en los tiempos prehistóricos. Creer —tener fe en algo que no se comprende, sea sagrado o fetichista— disminuye el estrés y provoca despreocupación; las oraciones repetitivas sosiegan, los rituales simbólicos aplacan.

¿Qué tiene que ver todo esto con evolución y genética? Un porcentaje elevado de los casos de impotencia sexual masculina, no cuantificado de manera concluyente, tiene su origen en factores mentales (no en disfunciones físicas); el estrés encabeza la lista de las causas psicológicas. Otro tanto ocurre con la infertilidad femenina, donde las evidencias son categóricas. No es pues aventurado suponer que nuestros remotos antepasados, aquellos más controlados y menos estresados, vivieron más años y tuvieron más descendencia; la selección natural bien pudo ocurrir alrededor de quienes creyeron en el dios del momento y tuvieron fe en el hechicero de turno; la conveniencia relajante de tener fe engendró los objetos de las creencias. Y en la proliferación y predominio numérico de estos primitivos creyentes apareció por las mismas leyes de la evolución la predisposición genética a la religiosidad.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Este Gustavo como escribe de bonito.

Unknown dijo...

Aunque no tengo la preparación profunda para permitirme un comentario fundamentado en estudios precisos si puedo decir a nivel muy personal que la fé, la religiosidad y la oración son armas muy poderosas para el camino de la vida.

Mil gracias por la excelente iniciativa de una lectura comentada.
Ya esta en nuestras manos tu libro
acerca del budismo !
Cordial saludo Erika

Anónimo dijo...

Lo que para mí si es cierto es que tener normas de conducta (bien sea de origen religioso) es de vital importancia en la vida. La educación de mis hijos y alumnos tiene una base firme, saber cuales son las reglas. Los niños deben ver con mucha claridad esa línea que separa lo que se debe hacer y los que no se debe hacer. Otro punto , la consistencia en la aplicación de las normas. Nuestro decálogo católico, si se sigue (y que difícil es) marca unas pautas de conducta que llevan a una vida plena y saludable.

Saludos,
Negri

Anónimo dijo...

En nuestra existencia debemos tener una directriz religiosa, independientemente el credo que se practique. La pràctica constante de lo que profesamos nos conduce a llevar una vida màs tranquila y ayuda a nuestro desarrollo personal, mejorando nuestras relaciones con los demàs. Si creemos con fe verdadera que existe un Ser Supremo, cuyas normas y preceptos debemos cumplir logramos una tranquilidad espiritual, para afrontar los retos que a diario se nos presentan.

Saludos,

Magnolia

Anónimo dijo...

Y además de escribir bonito, hay en el artículo una cantidad de conceptos interesantes que dejan mucho qué pensar.
En lo que disiento es en que los animales necesariamente no se den cuenta de la dureza de la vida. Eso es lo que creemos, pero quien sabe si en verdad sea así....

Felicitaciones y un abrazo,

ABF

Anónimo dijo...

'Creer es muy facil, creer es conveniente'

'Pensar demanda recursos intelectuales, creer no'

Como saber hasta cuando debe vivir un ser humano?

Y lo que este tiempo en nuestro planeta significa en terminos de impacto ambiental. Este bienestar individual puede terminar en un malestar general, cada uno como ser humano mientras mas tiempo viva, mas recursos esta tomando para sí del [nuestro] planeta.

Pero nunca no hemos preguntado si vivir mas es vivir mejor y así mismo, mejor para todos los que vienen detras nuestro.

Por favor creamos menos y demandeos mas nuestros recursos intelectuales!

Muy interesante la lectura Gustavo, felicitaciones!

Y más interesante aún estos fragmentos abiertos al debate, ahora si me dieron ganas de comprar el libro.

Anónimo dijo...

Gustavo : totalmente de acuerdo con tu escrito. Pero ya que mencionas el fanatismo, ¿ qué hacer con los fanáticos, como el islámico Presidente de Irán, que pide la desaparición de un estado ? ( no soy judío ), y que cada día se arma mas con armas nucleares, ahora en desarrollo.
Para mí, la respuesta es el uso de la FUERZA NECESARIA ( y desafortunadamente para allá vamos ).

Cordialmente,
CERL.

Anónimo dijo...

Me parece que como género humano estamos por ahora en una "sinsalida" ya que por un lado sostengo que la religión, cualquier religión, es muy perjudicial y mala para el desarrollo de la raza humana pués en general solo crea limitaciones e inhibe la responsabilidad personal - es mejor dejar todo en manos de Dios. Pero por otro lado, la religión ha servido para controlar miles, millones de personas que de otra manera no se habrían podido encausar en una determinada dirección, la cual, en la mayoría de los casos, de alguna manera provee una razonable calidad de vida para la mayoría - y TODO el poder y riqueza para los Jerarcas. Y si, como dice Gustavo, además nos perimite dormir mejor y estar mas sanos, pues parece ser que el camino de menor esfuerzo es el que mas conviene.
Mi esperanza es que parte de la evolución de la raza humana involucre una mayor toma de conciencia de la responsabilidad personal, lo cual creo que ya está sucediendo cada vez mas, hasta llegar a un punto (seguramente en cientos de años) en donde ya la religión no sea el camino más conveniente.

Anónimo dijo...

Gustavo:

Good stuff...

"La vida es difícil", dijo el Buda. ...or as we say down here in Texas: "Life ain't fair...get used to it"

I guess the essence of Buddhism is:

...right understanding, right thought, right speech, right action, right livelihood, right effort, right mindfulness, and right concentration...

sounds OK to me... maybe a little hard to do, though.

I guess you must feel a certain sorrow over the events surrounding the efforts of fellow Buddhists expressing their opinions in or about China these days...

Howard

Germán dijo...

Mi experiencia personal, después de algunas búsquedas espirituales, se centró en la Renovación Carismática Católica. Allí tuve un encuentro personal con Jesucristo, iluminado por la presencia del Espíritu Santo. Mi vida cambió profundamente desde ese momento (un poco más de 10 años). Me he dedicado a estudiar mi Religión Católica, a entender en profundidad lo que dijo Jesucristo y cada vez me entusiasmo más con este nuevo estilo de vida. Porque seguir a Jesucristo no es una religión; es un estilo de vida.

En cuanto a que se cree porque es más fácil que pensar, me remito al ejemplo de Stephen Hawking, un eminente físico teórico de la Universidad de Cambridge, autor de "La historia del tiempo". En el último párrafo de su libro dice algo así: el día que sepamos cómo funciona el universo será un gran triunfo de la raza humana, porque en ese momento sabremos cómo piensa Dios.

A pesar de, o tal vez gracias a, todo su conocimiento y de sus limitaciones, ya que desde los 23 años sufre una enfermedad degenerativa que le impide valerse por sí mismo, estando confinado en una silla de ruedas, éste hombre reconoce la grandeza de un Dios creador.

Acaba de salir una nueva versión de dicho libro: "Brevísima historia del tiempo", del cual dice la reseña de la Librería Muscaria: " Una característica separa el primer trabajo de Hawking de este: la constante referencia al concepto de 'Dios' en este segundo trabajo, y la aceptación de que el universo puede ser más amplio que lo expuesto por las teorías físicas que intentan mapearlo."

Pensar más también puede conducir a Dios.

Un abrazo,
Germán S.

Anónimo dijo...

Muchas gracias pues sus interesantes contribuciones a mi blog.

Los puntos de vista, tanto espirituales como agnosticos, estan reflejados en ellos. Esa es, por supuesto, la idea de los blogs.

Entiendo que se abre un numero extravagante de blogs diariamente (del orden de los cien miles) asi que quien no tiene una lista de amigos como la que tengo yo, no recibe ningun "feedaback". Coloque el mismo blog en EL PAIS de Espanna. Creo que ya lo cerraron.

Un cordial saludo,

Gustavo Estrada