lunes, 3 de agosto de 2015

Ansiedad, estrés y sufrimiento

Redundante es lo que está de más; esencial es lo que no debe faltar. No existe una línea nítida entre lo esencial y lo redundante, y siempre hay muchas cosas que, dependiendo de quién está juzgando, alternan entre inadecuadas, neutras, o convenientes. Así sucede con el comportamiento humano: Entre el ser esencial, que guía nuestra vida por el camino apropiado, y el ego redundante, que puede tomar el control de nuestra conducta sin que siquiera nos demos cuenta, hay millones de rutinas y datos en una ‘memoria de trabajo’, noción esta que, buscando simplicidad conceptual, he omitido mencionar en mis notas.

Mi omisión resultó desorientadora. El doctor Luis H. Ripoll, psiquiatra y profesor del Centro Médico Monte Sinaí de Nueva York, manifestó su desacuerdo con esta simplificación en una revisión detallada de una de mis columnas recientes: "Creo que es imposible tanto librarse del llamado ego redundante como vivir exclusivamente desde el ser esencial”.  Tan valiosa opinión hace inevitable la referencia a la noción de memoria ‘neutral’ de trabajo que en un principio quise evitar. No obstante tal consideración, el ego redundante es sobrante y dañino y, por supuesto, debe reducirse y, eventualmente, eliminarse.         
En la memoria de trabajo se encuentran todos los datos e instrucciones para la vida rutinaria que no son esenciales ni superfluos. Aclaremos esto con la función del lenguaje.  La capacidad de comunicarnos es pieza fundamental del ser esencial; el hábito de decir mentiras de algunas personas está en el ego redundante;  los idiomas que hablamos se encuentran en la memoria de trabajo. La lista de lo que hay en esta memoria incluye conocimientos generales o específicos, habilidades laborales, información de todo lo conocido, registros de nuestra historia… Y un sinnúmero de datos y procedimientos.
El ser esencial de alguien que crece con sus padres sería similar al que se expresaría para esta misma persona si, cuando recién nacido, hubiera sido dado en adopción. La memoria de trabajo y el ego redundante, en cambio, contendrían condicionamientos completamente diferentes, según el curso que haya tomado la vida de esa persona.
El Buda denomina formaciones mentales a los condicionamientos, las rutinas y los datos que aprendemos tanto a propósito como involuntariamente. Las formaciones mentales pueden ser perjudiciales o beneficiosas; las formaciones mentales perjudiciales -los deseos desordenados, las aversiones  y las opiniones sesgadas- son los condicionamientos que debemos eliminar y los que conforman nuestro ego redundante. Las formaciones mentales beneficiosas, como las preferencias saludables alimenticias y las costumbres sanas, que debemos conservar, se localizan en la memoria de trabajo.
El ego es la instancia por la cual una persona reconoce su identidad y sus relaciones con el medio. En frases ‘subido de ego’, la palabra conlleva connotación de tamaño, hecho este que respalda la ‘dimensión’ variable y reducible del ego redundante.
Otros pensadores, sin conexión alguna con el budismo, han formulado ideas que insinúan la existencia en cada persona de un ser esencial y un ego redundante, sin hacer referencia alguna a tales expresiones. La cita más conocida del  filósofo franco-suizo Jean Jacques Rousseau dice que “El hombre es naturalmente bueno y la sociedad lo corrompe”. Y en otro discurso el mismo autor escribe: “El hombre nace libre, y en todas partes se encuentra encadenado... Era bueno por naturaleza, pero se daña por la influencia perniciosa de la sociedad y las instituciones humanas”.  La bondad natural del ser humano es asimilable a su ser esencial; la corrupción que le agrega la sociedad es equivalente al ego redundante.
El pensamiento de Rousseau es bastante pesimista. Al comienzo de su célebre ‘Emilio, o De la educación’, anota el filósofo que “todo degenera en las manos del hombre”. El Buda, en contraposición, es más optimista y en la tercera verdad del budismo declara: “Con la extinción de los deseos desordenados, las aversiones  y las opiniones sesgadas -esto es, el ego redundante- cesa el sufrimiento”, mal este que en el mundo moderno se conoce como ansiedad y estrés, y que todos quisiéramos sacar de nuestras vidas.
Gustavo Estrada 
Autor de ‘Hacia el Buda desde el occidente’
www.harmonypresent.com/armonia-interior

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